miércoles, julio 05, 2006

Placeres mundanos

El placer absoluto, el éxtasis total, debe parecerse bastante a la sensación que produce leer a escondidas lo último de Auster mientras se hace "guardia" en un stand de una feria. Aunque sean treinta páginas escasas. Seguro que sí.

4 Comments:

Blogger Paula Traver said...

Echo de menos a Auster, quizá le busque pronto en próximas lecturas ;-)

11:19 p. m.  
Blogger tuanonimo (C) said...

jajaja menuda frase lapidaria. No podría estar más de acuerdo. Imagino que te refieres a Brooklyn Follies, porque como ya estés hincándole el diente a Viajes en el Scriptorium sería una afrenta grave y no sé si te volvería a hablar :) Un beso, guapetona

3:33 p. m.  
Blogger tuanonimo (C) said...

Por cierto, ya sé que es muy difícil de juzgar, pero ¿no te parece que Brooklyn Follies es lo mejor que ha escrito Auster hasta la fecha? Para mi gusto, Night Oracle, pese a ser genial, no alcanzaba el nivel de The Book of Illusions (éste podría llamarse "The Book" a secas, porque es perfecto, redondo, conmovedor). (Inciso: Auster ha estado rodando en Portugal hace poco la película aquélla del escritor y la musa!! Me hubiera gustado ver también la película muda, pero seguramente está demasiado definida para permitirle crear: eso para quien dice que Auster se repite). Pues bien, Brooklyn Follies me gusta tanto que me hace dudar si The Book era de veras insuperable para el propio Auster. Tiene más humor, más vida, más soltura y naturalidad. En cierta medida, es similar a la anécdota (verídica) de Kafka que relata: Cuanto más se acorta el tiempo del escritor, más perfectas y cautivadoras se vuelven sus ficciones; quizás porque como en las 1001 y una noches, sabe que es su único modo de posponer la muerte, y que arrancar una novela más es la única forma de victoria posible a la que pueda aspirar el escritor. Siento repetirme, pero este hombre me conmueve: honesto, comprometido, universal.

3:46 p. m.  
Blogger José Basauri said...

El mejor libro que yo he leído es "Macroeconomía Intermedia" de Olivier Blanchard. Dios, qué friki que soy

11:10 p. m.  

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