Aita, ¿por qué somos de la Real?

Soy una persona realista, muy realista. En todos los sentidos. Así que desde que tengo memoria soy de la Real Sociedad, qué remedio. Y hay sentimientos que no se pueden explicar y no se pueden cambiar. Por eso, y a pesar de que hace mucho que perdí la fe en el fútbol y en todo lo que ese deporte conlleva (por lo menos a nivel profesional), desde que acabó la Liga estoy, no diré de luto (que no es para tanto), pero sí con el corazoncito a media asta.

No por esperada la noticia del descenso ha resultado menos dolorosa. Porque mira que lo esperábamos. Sabíamos que este día tenía que llegar, tarde o temprano. Y tal vez haya llegado demasiado tarde. Tal vez si hubiera sucedido la primera vez que tonteamos con el descenso, habríamos evitado llegar a la situación en la que nos encontramos ahora. Como yo veo todo este asunto desde fuera (y desde el otro lado de la autopista, que se dice), no sé muy bien en qué situación nos encontramos, pero tengo la situación de que hay un quiste que ha ido echando raíces a lo largo de los años y que va a ser muy difícil extirpar. Que este sería el momento idóneo para hacer una buena limpieza a todos los niveles, pero que no va a suceder (seamos realistas). Aquí nadie se moja, nadie da la cara, nadie suelta la poltrona... Y va a costar mucho arreglar tanto desaguisado.

Ahora bien, volveremos. No sé cómo ni cuándo, pero volveremos. Porque esta afición, esta ciudad y esta institución se lo merecen. Porque es el lugar que nos corresponde. Mientras tanto, seguiremos siendo de la Real. Porque como dicen en ese anuncio de cerveza, el orgullo no depende de lo que ganas, sino de lo que sientes. Y hay sentimientos que no se pueden explicar y no se pueden cambiar. Por todo eso, y por tantas otras cosas que no cabrían en este post, orain eta bei, gora Erreala!